Me llamo Andrea Martín Morcillo y llevo más de 10 años en el mundo del yoga.
Mi camino en este mundo comenzó por una crisis personal. Hubo un gran cambio en mi vida en principio para bien pero no supe gestionar ese cambio y mi vida se desmoronó y llegaron las crisis de ansiedad.
No podía salir a la calle porque me daba miedo y cada vez mi vida se fue limitando más y más hasta que busqué ayuda profesional. Tengo que reconocer que en este momento de mi vida y visto desde la distancia no estaba sola ya que tenía a mi lado a familiares que me ayudaron a salir de ésta.
No fue fácil, tengo que reconocerlo, tenía días de todos y con muchísimo trabajo y esfuerzo poco a poco me iba sintiendo mejor.
Después de terminar COU fuí de acá para allá tanto en estudios como en trabajos ya que nada me llenaba, sentía que yo no encajaba en ningún sitio hasta que después de esa crisis personal buscaba algo y no sabía el qué (creo que siempre lo estuve buscando).
Lo que sí sé es que siempre he tenido claro ayudar a la gente de hecho hice primer año en la universidad de Trabajo Social pero no salió bien ya que en esa época tenía la cabeza llena de pájaros.
Después de la crisis me proyecté en hacer algo para poder ayudar a las personas que estaban pasando por lo mismo que yo o por algo parecido.
Había oído hablar del yoga pero no sabía exactamente de que trataba y cuando comencé a practicar supe que eso era lo que llevaba buscando toda mi vida y por fin llegó.
Comencé con la práctica hasta que una persona muy importante en mi vida me dijo”¿ por qué no te formas para dar clases de yoga?” y desde el principio lo tuve claro, así comencé con mi formación en diferentes escuelas. Sé que estaré toda mi vida aprendiendo en escuelas de yoga como en la escuela de la vida.
Llegó mi primer trabajo como profesora en el Ayuntamiento de mi pueblo (hasta el día de hoy), era emocionante a la vez que sentía una gran responsabilidad ya que las personas que se habían apuntado a mis clases habían puesto su confianza en mí.
Dando las clases me siento en mi centro, me olvido de todo y me centro en lo que estoy haciendo. Siento que es mi IKIGAI, mi propósito de vida.
Mis enseñanzas salen desde mi centro, desde mi corazón, desde Anahata, es lo que siento y así lo haré. Me equivocaré alguna vez, por supuesto, pero en ese momento será lo que sienta.
Después de unos años trabajando solo en el Ayuntamiento decidí abrir mi propia sala de yoga y hasta el día de hoy voy combinando los dos trabajos.
He desaprendido mucho para volver a aprender (porque primero hay que soltar y dejar ir para dejar espacio a todo lo nuevo que vaya viniendo) y lo seguiré haciendo durante toda mi vida. Me queda un camino largo gratificante y emocionante donde habrá situaciones buenas y no tan buenas en las que espero aprender de todas ellas y seguir evolucionado como ser de luz que soy y que todos somos.
Desde aquí le doy las gracias a mi compañero de vida por todo el ánimo y apoyo que he recibido por su parte.
Doy gracias a la vida por dedicarme a lo que me más gusta y si desde ahí puedo aportar mi granito de arena para ayudar a alguien pues bienvenido sea.
A toda aquella persona que dedique un ratito de su tiempo a leer parte de mi historia le doy las gracias de corazón.